sábado, 6 de febrero de 2021

La hija única (Guadalupe Nettel)

      Una novela que habla de la maternidad desde un discurso que casi nunca se admite, hay muchas maternidades y figuras maternas en esta novela, sin embargo, no todas asumen la maternidad con el mismo entusiasmo, al menos muestran la gama de sentimientos encontrados que pueden derivarse de ser madre y como las relaciones de pareja, a veces, no logran salir a flote de esta vorágine de emociones. 
      El libro está escrito en dos partes: la primera nos relata la historia de dos mujeres que se encuentran en el extranjero estudiando para llevar una vida diferente a la que el modelo social (convencional) dicta para ellas, alejadas de la maternidad (principalmente) y quizás, de la vida en pareja. Alina y Laura (la protagonista y narradora) no consideran la vida tradicional como una opción para ellas, son jóvenes con intereses que trascienden lo doméstico.
      Alina regresa a su México natal, pero antes de que se marche, Laura decide leerle el tarot, la tirada la deja muy impresionada: La emperatriz, El colgado, La torre, El seis de espadas y La muerte. Laura se queda muy angustiada por la revelación, sin embargo Alina no se toma muy en serio (en apariencia) el pronóstico de su amiga: “Serás madre y tu vida se convertirá en un claustro”. Alina ríe no muy convencida y Laura intenta disimular su preocupación.
        Laura se da un poco más de tiempo para viajar y explorar el budismo. Tiene una relación estable, pero el rechazo a la maternidad hace que su pareja y ella tomen rumbos distintos, Alina sigue estando presente en su vida, aún cuando han tomado distancia geográfica. Laura decide regresar a México y concluir allá su tesis de doctorado, cuando regresa encuentra a su amiga algo cambiada, pero bueno, han pasado varios años desde la última vez que se vieron, Alina está en una relación estable con Aurelio (de lo que Laura había tenido noticia por correo) y años de terapia la hicieron considerar o reconsiderar la maternidad, al final sospecha que su rechazo provenía más del miedo a repetir los errores de su madre que de una auténtica convicción. Laura por su parte, está más convencida que nunca de no querer ser madre y se liga las trompas, durante su convalecencia se hospeda con Alina y Aurelio y por curiosidad busca la fecha de nacimiento de sus amiga y realiza una carta astral que le permita validar lo que vio en las cartas del tarot y encuentra “El sol en la casa ocho” (página 18. Capítulo 7) indicaba grandes problemas de salud o existenciales a la mitad de su vida, mientras que Saturno en la nueva indicaba un reto inimaginable”. Laura sigue preocupada por lo que vio en el tarot y ahora en la carta astral de su amiga, sin embargo, se promete no volver a querer averiguar nada del futuro de su amiga. Laura encuentra un bonito apartamento donde establecerse y Alina continúa con su vida de embarazada, las citas médicas, los preparativos, la alimentación y restricciones que implican un embarazo deseado. En su apartamento, Laura empieza a trabajar sobre su tesis y a escuchar la agresiva o violenta relación de su vecino, Nicolás (un niño de 8 años) con su madre Doris, aunque Laura no quiere tener hijos y en general, no le gustan los niños algo la empuja a relacionarse con Nicolás y su madre y tratar de ayudarlos. 
        La relación de Laura con su madre parece no tener mayores asperezas, sin embargo, poco a poco, se va desvelando que Laura guarda algunos resentimientos a su mamá y, su madre, se nos va presentando como un personaje más complejo, la madre de Laura empieza a involucrarse con un grupo de feministas y eso le da un nuevo aire a su vida (ya no tiene hijos que criar) y se siente un poco sola, así que en esta nueva hermandad, encuentra un propósito y también un espacio de reflexión sobre su vida y, quién sabe, si la ayude también a relacionarse mejor con su hija. 
        Alina en su séptimo u octavo mes de embarazo recibe la noticia de que su hija tiene un problema cerebral que le impedirá sobrevivir una vez fuera del vientre, el duelo adelantado es sumamente oscuro para Alina y Aurelio, ambos sufren la muerte de su hija (que aún vive, pero no tiene esperanzas). Visitan todo tipo de especialistas para estar preparados, si esto cabe. La niña nace y (contra todo pronóstico) no muere, Alina no sabe qué hacer con su hija, no sabe qué será de ella, finalmente encuentra apoyo en una amiga cuya hija también sufre un tipo de problema cerebral y le recomienda a la doctora Salazar y a Marlene (la niñera perfecta). 
       Las incorporaciones en la vida de Alina e Irene resultan exitosas, la niña empieza a tener avances enormes, la niñera y los padres de Irene están felices y llenos de esperanza. Por otro lado, Laura trabaja en su tesis y en su relación con su vecino Nicolás, Doris está sumida en una depresión tan grave que no lo atiende y Laura se preocupa por el niño, lo último que hace por él es dejarlo en un bus directo a Morelia, allá la hermana de Doris lo espera para cuidarlo.  
    Laura y Doris salen una noche y toman bastante, en ese estado de ebriedad, se encuentran sexualmente, pese a que ninguna de las dos tenga experiencia con relaciones lésbicas, el futuro de su relación es incierto, pero parece que Laura guarda la esperanza de entablar una relación con ella.
        Inés atraviesa una crisis de salud provocada por una convulsión, la niña lucha con todo y sobrevive una vez más, después de ver a su hija al borde de la muerte, Alina lima sus asperezas con Marlene y esta se muda a vivir con la pareja, los tres están dispuestos a disfrutar de Irene y aprender de ella. En una nueva tirada del tarot que Alina se realiza, aparece la carta de La estrella lo que augura un poco de esperanza. El personaje se permite dar una segunda mirada sobre las aspiraciones maternales y recibir a su hija desde el amor para embarcarse, ahora sí, en la aventura de su vida.
                                                                                                                                           Selene Fallas