jueves, 30 de marzo de 2023

La primera mano que sostuvo la mía

La novela de Maggie O'Farrell (traducida por Concha Cardeñoso) es una obra que narra la historia de dos mujeres que viven la maternidad en dos épocas y contextos diferentes: Lexie, en los 70’s y Elina en la contemporaneidad.

El ovillo que une a las dos mujeres se va desmadejando lentamente y al final, una se convierte en la voz de la otra (las dos madres) para cerrar el relato.

La memoria es fundamental para que el conflicto de la novela desencadene. Elina (la madre contemporánea) tras tener a su primer hijo pierde algunos recuerdos, los irá  recobrando poco a poco. Ted, su compañero, también debe recordar y al hacerlo queda devastado.

El personaje de Ted representa un ideal de paternidad diferente al tradicional, en medio de la crisis personal que vive, no parece poder cumplir con lo que él mismo se había planteado sobre la paternidad, pero el final nos deja con alguna esperanza de que lo logrará.

La narración superpone el mismo espacio entre lo que fue y lo que es y además a quienes estuvieron y quienes están. Este recurso como una especie de collage que solo el lector puede mirar gracias al narrador omnisciente que va acercando las dos historias, me pareció bastante acertado y como lectora, lo disfruté. La que fuera la revista de Innes, donde sin que Ted supiera, su madre aprendió periodismo es ahora un café y él como cualquier otro comensal, no tiene ni idea de la historia que albergan esas paredes.

El Pollock es testigo y sobreviviente de una historia que se quedará ahí entre los lectores y Lexie e Innes, sin que Ted y Elina  lleguen a saber la importancia que tenía este cuadro para Lexie, tampoco queda claro, qué pasó con la casa que ella compró para criar a Ted (la de Ferdinanda es la que ocupan Félix, Margot y Gloria).
 
La maternidad, el amor, la verdad. Una historia que nos permite conocer a Lexie Sinclair, un personaje inspirador que actúa con una intuición y autenticidad envidiables y a sus grandes amores: Innes y Theo (Ted).