sábado, 7 de mayo de 2011

Recitales

¿Qué espera la gente de un poeta?
Que diga versos interesantes
o que revele un secreto sustancial.
Hay poemas que parecen un buen chiste,
otros son como cuentos vestidos de almidón.
Termina el recital y mientras Unos ahogan
su emoción de vino y pan,
Otros fuman como trenes
y Todos comentan lo mal que escriben:
Aquel, Aquella, Aquelotro y Aquellaotra.
hay dos versos rescatables
del mae con el sueter amarillo,
pero Nadie sabe lo que hace.
cada Uno se piensa el mejor,
cada Una se escucha a sí misma
como la joven promesa de la literatura costarricense
o centroamericana, ¿para qué ser modesta?
La verdad es que Todos saben lo que hacen o Ninguno,
sin embargo, creen en lo que dicen como un dios
que juzga desde el trono a vivos y muertos.
La poesía es un camino sin señales,
que de seguro llega a alguna parte:
a algún desierto, a alguna derrota,
a algún sacrificio, a alguna soledad.
Pero todos corren entusiasmados por sus vías,
inspirados por el néctar del poeta
o por la esperanza del Premio,
Otros corren impulsados
por su inflada certeza de raza superior,
Alguien todavía corre tras una musa,
sintiéndose el Viento, de un poema español.
Pero la verdad Poetas es que la última palabra
que adorne su epitafio o engorde sus arcas
será la piedra que lanzamos Unos contra Otros,
esa pesada, inútil y filosa piedra que al saludarnos
esconde lo que pensamos verdaderamente el Uno del Otro,
esa palabra que en intención es más insulto que cobija,
esa palabra que califica, clasifica y encasilla
el quehacer de los que no podemos hacer nada mejor,
esa palabra marchita y poco práctica,
poco atractiva para solicitar crédito en los bancos
o para las gentes de buena educación,
esa palabra que crispa a las suegras
y aterroriza a los niños más que “El Coco”,
esa palabra que cierra más puertas de las que abre
y acarrea más problemas que glorias,
esa palabra que no debería cambiar de género o de número,
esa palabra, diría Bajtín, vaciada de sentido
y cargada de prejuicios y de dudosa reputación.
Ahora a la salida Alguno, no sé con que intención,
me dirá Poeta, mientras esconde la mano.

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