viernes, 26 de agosto de 2011

Medianoche en París

Esta película es encantadora, ¿a quién no le gustaría encontrar en París a los artistas que más admira del siglo XX o del XIX y sentarse con ellos a conversar? Un sueño hecho realidad para Gil (Owen Wilson), quien tras participar en una degustación de vinos, decide caminar solo de regreso a su hotel y tiene la mejor aventura de su vida.
El tópico de que toda época pasada fue mejor, en este largometraje se resuelve de dos maneras, se acepta como lo hace el personaje de Adriana (Marion Cotillard) o simplemente, se supera. El protagonista decide no quedarse en el pasado, pues observa, que no importa cuán maravillosa es la época que se tiene enfrente, existe la tendencia a creer que el pasado fue mejor, entonces, entre otras razones, por la falta de antibióticos en el siglo XIX, decide regresa a vivir y disfrutar el tiempo en que le tocó vivir.
La relación de Gil con su prometida Inez (Rachel McAdams) es terrible, nos hace pensar en porqué algunas parejas deciden casarse aún cuando todos los demás observan que tienen muy poco (o nada) en común, sin embargo, esto también se resuelve.
Hay una importante evolución del personaje, quien gracias al encuentro que tiene con otros artistas abre los ojos frente a la realidad. El guión de la película es la novela que escribe el protagonista, un recurso bastante ingenioso, la fotografía de la película (a cargo de Darius Khondji) es maravillosa, permite al espectador dar un paseo por una de las ciudades que, culturalmente, ha influido más en Occidente y de la mano de los artistas más importantes del siglo pasado (y ante pasado cuando llegamos a La Belle Époque).
Los personajes están bien definidos y ese juego entre la realidad y la ficción hacen de esta película un clásico. El humor es otro recurso importante, personalmente, me divertí muchísimo mientras la veía. Escuchar a Gil confesarle a los artistas surrealistas su situación, me hizo reír muchísimo, pues sabía de antemano, que era con ellos con quienes el protagonista podía desahogar su verdad, sin ser tomado como un loco. Además, la escena en que Gil explica el cuadro de Picasso a Paul (Michael Sheen) el snob amigo de su prometida, quien como todo teórico pedante, cree saber y entender las obras mejor, incluso, que su autor, es hilarante.
Tener como personajes secundarios a Ernest Hemingway (Corey Stoll), Scott Fitzgerald (Tom Hiddleston), Pablo Picasso (Marcial Di Fonzo Bo), Luis Buñuel (Adrien de Van), Salvador Dalí (Adrien Brody) y Gertrude Stein (Kathy Bates), entre muchos otros importantes artistas de la época, libera al director de la presión de mostrarlos con la reverencia y el detalle que podría tenerse en un film de carácter biográfico. Estos artistas vienen a dar frescura y humor a la trama, así los recibe el espectador, de manera que no es tan exigente con ellos. Esto es un recurso estupendamente usado por parte del director.
Mi recomendación es que vean la película, pues la van a disfrutar, las actuaciones están bastante bien y el guión es uno de los más ingeniosos que tenga la historia del cine, esta película, bien vale una misa.

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