viernes, 13 de septiembre de 2013

Yo de fútbol no sé, ni quiero


Yo le agradezco a la vida que ni el fútbol, ni la religión puedan contarme dentro de sus numerosos fanáticos. Ya sé que no hago falta, son demasiados millones de personas las que engrosan  sus listas, una  que no haga de estas dos cosas su dios, antes que peligrosa es ridícula.  Sin embargo, en Costa Rica a mí me molesta demasiado el odio exacerbado que se desata contra la selección mexicana y casi que podría decir contra México y los mexicanos cuando nuestras selecciones se encuentran. Yo de fútbol ni entiendo, ni quiero entender, porque si para entender el fútbol hay que llenarse de falso orgullo costarricense y odiar a un país tan rico y maravilloso como México, paso.
México ha sido el refugio de grandes intelectuales y artistas costarricenses, ha sido la cuna de artistas e intelectuales de talla mundial. La verdad quiero y respeto a los mexicanos, porque veo más similitudes que diferencias entre ellos y nosotros.
Ahora, por ejemplo, sé que se está dando una lucha por parte de los maestros mexicanos y siento un profundo respeto por los colegas que salen a defender la educación pública, aunque de eso acá no se hable, hoy día en Costa Rica lo único que interesa es si México va o no al mundial en Brasil y todos los ticos dicen: “qué rico que Costa Rica sacara a México del mundial”. No entiendo el encono, el odio supurante que hay que tener por este país, por su selección y por su gente.
La verdad, otra cosa que admiro de México es como se enorgullecen de su país, a pesar de que en la actualidad están sufriendo y pagan muy caro su pasividad y la complicidad de haber mantenido al PRI tantos años en el poder, cuando es un partido que hace tiempo dejó de trabajar por México ( en Costa Rica sucede igual con el PLN) sin embargo, es un país que mantiene sus tradiciones porque no las considera “polas”, al contrario, encuentran en eso la riqueza que otros no ven y les preocupa su historia y se saben parte de algo, es decir, tienen identidad (Por ejmplo, en México no hay Taco bell, ningún mexicano preferiría esa comida a la auténtica comida mexicana).
Sé que mucha gente al leer esto me invitará a alistar mis petates y largame para México, pues no es lo que pretendo. Yo lo único que quiero decir es que me resulta increíble ver como el fútbol se usa como excusa para expresar el odio y la xenofobia y es lamentable que nuestro país haga de sus pasiones no un pretexto para buscar la simpatía con otros latinoamericanos, sino que lo use para agudizar el odio, rivalizar y  perpetuar prejuicios absurdos sobre“el Otro”.
¡Qué triste que en estos momentos, en lugar de apoyar la marcha de los maestros mexicanos, estemos deseosos de ver que no clasifican al mundial!
México hasta donde entiendo, fue anfitrión en los Mundiales de 1970 y 1986 y concluyó en el sexto lugar en ambos torneos, nosotros en el glorioso Italia 90, llegamos a octavos, sin embargo, hoy en día los ticos nos creemos potencia futbolística, no digo que México lo sea, pero tiene más experiencia en el área. Es una pena que un deporte, un juego sea capaz de desatar tanto odio y es triste como se ciegan ambas partes, cuando en realidad somos solo dos países, donde sobrevivir dignamente cada día no es un juego, dos países que deberían invertir más en educación que en fútbol, porque está claro, que no se nos da (no como a Brasil, que ha sido cinco veces campeón mundial).
Lo cierto es que con el tiempo, en vez de buscar otras glorias, donde sí las podríamos tener lo ticos seguimos (me incluyo porque soy tica, no porque sea mi búsqueda)  obsesionados con el fútbol, soñando una copa mundial que yo no veo ni cerca, pero parece que es lo único que impulsa y hace soñar a este país.

1 comentario:

  1. Una excelente apreciación... Tristemente en Costa Rica la única cultura que existe es el fútbol y después de esto la religión que se vive de manera muy radical y es ahí donde los que no compartimos estás situaciones pasamos a ser los raros. En fin es cuestión de apreciaciones y es lamentable ver lo cerrada que es la gente en este país, a tal extremo que no pueden respetar y apreciar la riqueza de otros.

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