martes, 5 de agosto de 2014

El período tan "especial" del embarazo (llevado por una realista pesimista como yo)

Tengo 35 años y estoy embarazada por primera y, espero, única vez en mi vida. Aunque usted no lo crea no estoy embarazada para demostrarle a nadie lo "mujer" que soy. Respeto tanto a las mujeres que se niegan a cumplir con este mandato social, como a las que deciden ser madres, en cambio, respeto menos a las que no lo piensan y simplemente se embarazan como si se tratara de comer helado, es decir, como si fuera un acto sin menores consecuencias que aumentar unos kilillos, sin embargo, no soy quién para juzgar a nadie y eso lo tengo muy claro.
Respecto al embarazo debo decir que lejos de esa idealización con que muchas mujeres asumen este período, yo debo admitir que no ha sido fácil. No ha sido fácil por muchas razones: implicó un cambio en mi vida y en todas sus dimensiones: emocional, física, profesional, social y familiar.
Lo emocional, ¡vaya!,  estoy sumamente sensible y me siento a veces muy feliz, pero a veces, profundamente triste y preocupada y sola y abandonada, es una mezcla de emociones, por un lado la ansiedad de que todo esté bien con la niña, por otro el temor de que algo salga mal. Por un lado la expectativa de que será una niña que pueda alcanzar su independencia, por otro el temor de que sea una niña con alguna condición que se lo impida. Por un lado el sentirme chineada y protegida por mi pareja, amigos y familia, por otro sentir que me abandonan y que no les importo al menor “descuido”, en fin, no es como suelo ser, pero es lo que estoy sintiendo (a mí tampoco me gusta).
Lo físico va desde los achaques, las náuseas, los mareos, el aumento de peso, el cambio de coloración en los pezones, los pies hinchados, las encías inflamadas y sangrantes, el calor, la presión arterial, en fin, baste decir que extraño ir al médico y que cuando le diga doctor me siento mal no me responda: es normal.
Lo profesional, bueno, ciertamente a mi edad, ya tengo un perfil de lo que profesionalmente me gusta y adónde quiero llegar, sin embargo, ahora tengo el deseo (o no sé si la inventada necesidad) de trabajar más desde casa, buscar y replantearme las posibilidades para poder estar más cerca de mi hija, por lo menos, el primer año (donde espero además poderla amamantar).  
 Lo social, pues ya no es lo mismo, mis amigos fumadores (que son la mayoría) ya me dejan por fuera de sus conversaciones, por razones obvias. Las reuniones, los conciertos, las salidas nocturnas, en mi estado, no hacen gracia y pueden ser hasta contraproducentes. Mi esposo no está embarazado conmigo (eso hubiera sido lo ideal, sin embargo, él decidió que no haría el sacrificio y no lo culpo, si fuera al revés, yo probablemente hubiera actuado igual) así que en una fiesta tengo que ver como se levanta y me deja sola para fumar, por ejemplo. Mis amigos igual me visitan y se los agradezco profundamente, porque salir cada vez me gusta menos, me agito demasiado, camino muy lento, los zapatos me aprietan, etc. En mi casa puedo estar cómoda, con cualquier ropa y con zapatos apropiados, puedo subir los pies, en fin, puedo hacer eso que mi cuerpo necesita por ahora.
En lo familiar, pues obviamente, mi esposo y yo ahora esperamos una hija, hay que reestructurar la casa, ordenar y limpiar, preparar a las gatas, prepararnos nosotros. Hablar con mi madre sobre aspectos de la crianza que quiero que ella respete, es decir, establecer límites con la familia que con todo el amor del mundo y las mejores intenciones pueden hacer o decir algo que es totalmente contrario a lo que nosotros hemos establecido como reglas de oro en la educación de esta niña. Hay que planificar, establecer presupuestos, tener un ahorro, en fin, empezar a funcionar como una familia, hasta ahora mi esposo y yo hemos funcionado “individualmente” cada uno cumple sus obligaciones financieras dentro de la casa y con lo que sobra (si sobra) hace lo que quiera, algo me dice que eso tendrá que cambiar. Habrá que variar la alimentación que tenemos y el habito de comer lo que sea cuando nos dé flojera cocinar. Los fines de semana “son para levantarse tarde y descansar” será cosa del pasado y la vida que mi esposo y yo solíamos tener dará un giro, no sé si será tan “maravilloso” como todos los padres y madres te dicen, pero sí sé que será difícil, sin embargo, hay que enfrentarlo y punto.
No hay día que no me pregunte si valdrá la pena, si seremos capaces, si no acabará esto con nosotros y con nuestra relación, de algo estoy segura, la maternidad se le sigue recargando a la mujer (especialmente porque biológicamente es imposible cambiarlo, al menos, por ahora) y al final, ella es la responsable de lo que pase, ya sea malo o bueno. Yo trataré de involucrar a mi pareja en todo lo que pueda y creo que hay muchas cosas que él asumirá sin que se lo pida y por amor (como ha sido con las gatas) pero una hija, no es una gata y requiere aún más atenciones y cuidados, pero también necesita mayor instrucción y disciplina.
A diferencia de tantas mujeres que me miran hoy día felices y satisfechas (como si yo hiciera esto por la insistencia con que me preguntaban cuándo iba a tener un hijo) la maternidad no estaba en mis planes, ni en mi proyecto de vida. Lo incorporé recientemente porque creo que es cierto que la gente que piensa diferente también debe reproducirse, porque de las cabezas cuadradas ya estamos hartos, porque quiero educar a esta niña para que piense y viva de una manera diferente a lo que imponen las tradiciones, las religiones, etc. Espero que ella sea una persona ética y no religiosa, una persona solidaria y no egoísta, una persona racional y no fanática, eso me bastaría, pero sobre todo, deseo que mi hija sea independiente, segura de sí y capaz de conocerse a sí misma, de valorar  sus cualidades y reconocer sus defectos.
       El embarazo sí que es un período especial, eso es todo lo que puedo concluir. 

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